Es un duro trabajo limpiar la piscina manualmente, y lleva tiempo, así que no hagas planes para la tarde.
Empieza en el lado menos profundo y poco a poco avanza hacia lo más profundo. Utiliza lentas y largas pasadas de fregado para limpiar, y asegúrate de que cada pasada se superpone un poco con la anterior para evitar dejarte partículas atrás.
La impaciencia aquí es contraproducente, pues si tus movimientos se vuelven rápidos con la monotonía o pérdida de concentración, solo conseguirás remover los restos y partículas, que flotarán por todas partes y tirarán por tierra todo tu trabajo.
Si notas que el agua se vuelve turbia, déjala reposar un par de horas y vuelve luego para aspirar de nuevo. Si la cabeza de las aspiradora se atasca, apaga la bomba un segundo para romper el poder de succión y desatáscala.
Por otro lado, es importante que controles la presión que marca el calibre del filtro mientras limpias la piscina, ya que si la presión aumenta por encima de los niveles recomendados por el fabricante, es mejor que le des un respiro y hagas una reversión del circuito de filtración (que el agua cambie de dirección).