A pesar de que al hablar del fuerte olor del agua de una piscina o de las distintas afecciones que en ocasiones surgen después de un baño, tales como el enrojecimiento de la piel o la irritación de los ojos, siempre se hace referencia a un producto químico concreto: el cloro, esta afirmación no es del todo correcta. En realidad, las causantes de estas circunstancias son las cloraminas. Pero ¿qué son las cloraminas en piscinas?

¿Qué son las cloraminas?

Las cloraminas son la combinación compuesta por el cloro libre y la materia orgánica presente en el agua que entra en contacto con el mismo (sudor, crema solar, contaminación…), por lo que también se las denomina “cloro combinado”. Al contrario que el cloro libre, el cual posee la capacidad para desinfectar el agua de la piscina, el cloro combinado apenas tiene poder desinfectante. Así pues, al conjunto de ambos tipos de cloro se le conoce como “cloro total”.

En definitiva, es la mezcla del cloro libre con las sustancias contaminantes la que provoca distintos efectos nocivos sobre el cuerpo del usuario. Aunque no es común, estos síntomas pueden llegar a derivar en consecuencias más serias, por lo que es mejor tomar medidas preventivas para mantener la higiene de la piscina o remediar la situación cuanto antes.

¿Qué son las cloraminas en piscinas?

Las cloraminas solo surgen en piscinas donde se utiliza el cloro como producto desinfectante, por lo que las piscinas de sal o de bromo no presentan este tipo de problemas. Si realmente supone un problema, estos tipos de piscina son ideales para evitarlo y poder disfrutar de tu piscina sin preocupaciones.

¿Cómo eliminar las cloraminas?

La solución más inmediata es acabar con las cloraminas, lo cual se puede conseguir realizando un tratamiento de choque. Este proceso consiste en añadir en la piscina más cloro libre del habitual. El fabricante del producto indicará la dosis exacta que es necesaria en tu piscina según su tamaño. Es muy importante que, antes de iniciar el procedimiento, se comprueben algunos parámetros del agua, tales como el pH (entre 7,2 y 7,6) y la alcalinidad (entre 80 y 140 ppm).

En cambio, se pueden tomar medidas previas a la aparición del problema, como ducharse antes de entrar al agua para dejar fuera de la piscina las sustancia que segrega el cuerpo humano, lo cual evitará este tipo de contratiempos indeseados.

También hay que ajustar el tiempo de filtración a las necesidades y características de la piscina, además de llevar un mantenimiento regular de la instalación para mantener el equilibrio de los valores del agua y detectar a tiempo este tipo de inconvenientes.