La solución más inmediata es acabar con las cloraminas, lo cual se puede conseguir realizando un tratamiento de choque. Este proceso consiste en añadir en la piscina más cloro libre del habitual. El fabricante del producto indicará la dosis exacta que es necesaria en tu piscina según su tamaño. Es muy importante que, antes de iniciar el procedimiento, se comprueben algunos parámetros del agua, tales como el pH (entre 7,2 y 7,6) y la alcalinidad (entre 80 y 140 ppm).
En cambio, se pueden tomar medidas previas a la aparición del problema, como ducharse antes de entrar al agua para dejar fuera de la piscina las sustancia que segrega el cuerpo humano, lo cual evitará este tipo de contratiempos indeseados.
También hay que ajustar el tiempo de filtración a las necesidades y características de la piscina, además de llevar un mantenimiento regular de la instalación para mantener el equilibrio de los valores del agua y detectar a tiempo este tipo de inconvenientes.