· Depura física y químicamente el agua para eliminar la suciedad y las bacterias, así como para mantener su trasparencia. Mantener la filtración y la recirculación las 24 horas es indispensable.
· Renueva con agua adicional. No tienes por qué llenar la piscina de nuevo, por supuesto, tan solo incluye la que creas adecuada para que el agua nueva se mezcle entre la ya utilizada.
· Paredes y fondo. Podemos optar por limpiafondos eléctricos. En el caso de que prefiramos hacerlo nosotros mismos manualmente, una buena opción son los cepillos.
· Exterior de la piscina. ¡No nos olvidemos del exterior! También tenemos que prestar atención a los revestimientos y al propio mobiliario, desinfectarlos correctamente va a asegurar un mayor higiene.
· Higiene personal. Los mismos protocolos que utilizamos para el día a día, como la higiene de manos, garantizará aún más la seguridad a la hora de entrar y salir de la piscina. Asimismo, el lavado de los trajes de baño también influirá en que el agua se mantenga lo más limpia posible.
· Utiliza productos desinfectantes. Estos deberán ser productos de tipo 2. Cualquier desinfectante con actividad virucida surte su efecto en el agua, reduciendo aún más la transmisión del virus. Ten en cuenta que no sean perjudiciales para la piel o para los animales.