Para acabar con este compuesto tan desagradable hay que realizar un tratamiento de choque, controlando el proceso muy minuciosamente. Para llevarlo a cabo se tiene que añadir más cloro libre (el que aún no se ha convertido en cloramina).
Lo ideal es comenzar con una dosis de 20 gramos de cloro de acción rápida por cada metro cúbico de agua, y seguir manteniendo el agua a base de cloro en tabletas que haga mantener el buen estado del agua. Debe ocupar 0’6 y 1’5 miligramos por litro.
Como siempre, hay que prestar especial atención al nivel de pH, el cual debe estar entre 7’2 y 7’8. Por debajo de este nivel el agua es lo suficientemente ácida como para resultar corrosiva y, en cambio, por encima de este nivel adquiere tendencia formadora de sarro. Para llevar a cabo la medición lo más recomendable es optar por un kit medidor de pH.
Además de los procesos químicos, hay que tener en cuenta otros aspectos que dependen totalmente de nosotros. Ducharse ante y después de meternos en la piscina es esencial para eliminar restos de sudor y otro tipo de sustancias que segrega nuestro cuerpo.
Asegurar una buena filtración de la piscina y un buen equilibrio del agua, así como un saneamiento constante, es esencial para prevenir la formación de cloraminas en el agua.